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Continuación, Mi tremenda historia


Nuestros sitios de bebetas, el centro social y familiar Alaska, decía su aviso y quedaba en los bajos de la abuelita de la familia Gil,  los viejos y nuevos Cambulos, La Cumparcita, El Salón Social,  sitos donde departíamos largas horas y a veces días, con los amigos queridos y donde entablábamos largas polémicas, las que terminaban en tremendas borracheras, luego a buscar a Silvio Henao y a llevar serenatas se dijo, cantábamos mal, muy mal, se nos escuchaba muy mal, pero era el alma la que iba en esas destempladas notas.  

Había por los años 1974 a 1975, un grupo de jóvenes desorientados, pero sanos, un grupo compacto, llenos de ilusiones, querían volar, algunos un grupo reducido, lo logro, voló, voló por el mundo como ave migratoria, por esas épocas y entre ilusión e ilusión, de idea en idea, se ilumino el cielo Santanderino, nos íbamos de paseo, queríamos despedir la terminación del bachillerato, el que con mucho esfuerzo acababa y con él se esfumaba el compartir, el aprender a amar, cada uno partiría a otros lares, pero bueno, el cuento del fin es así, la gran idea, vamos a rifar un carro para ir a la excursión, empezó el trajín, consigamos el carro, era un Renault  4, último modelo, recuerdo que para que no nos cobraran el impuesto, pactamos con el alcalde de la época, Dr. Aldemar Gómez, además recuerdo, nos tocó limpiar un enorme lote, para la siembra de pinos, los que posteriormente fueron cortados, sentí un inmenso dolor en el alma, porque también cortaron con ellos, los últimos recuerdos de mis amigos.

Bueno, me cuenta el pobre “renolcito” de todas sus tragedias a manos de ese grupo de muchachos.
“Un día, de un mes cualquiera, del año 1974, yo estaba quietecito en un concesionario de Cali, en el Valle, cuando visualice un reducido grupo de personas que me miraban y me miraban, entre ellos está unos jóvenes y unas personas mayores, que  me sacaron de la vitrina de exhibición y me condujeron hacia el municipio de Sevilla, no sabía yo que iría a causar tantos disgustos. Bueno ya en Sevilla me hicieron el recorrido de rigor y me enseñaron sus calles, mostrándome para una rifa, el ajetreo fue de los jóvenes, recuerdo una vez que unos de estos jóvenes estaban quedados en la venta de la boletería y previo permiso para salir a Tuluá, nos madrugamos, llegamos temprano a Tuluá, hicimos el recorrido de rigor, pero los jóvenes no contentos con ir a Tuluá, me llevaron hasta Cali, los muy atrevidos, luego de regreso al pueblo, ya en La Uribe, los escuche decir vámonos para Manizales, y no pudieron, como no tenían plata para gasolina ni peajes, a Sevilla que es más derecho, llegamos a media noche, ahí fue Troya, escuche como alegaban y alegaban, porque un sapo del concesionario les había dicho que me habían tenido paseando por Cali”.

“Me metieron en un garaje por mucho tiempo, mientras esos jóvenes organizaban sus diferencias”, me conto el Renault que fue testigo de espionaje tipo FBI, “reuniones, escuchaba que los iban a expulsar de pro-excursión, al fin y al cabo, creo que ni hubo expulsión, ni hubo excursión  y yo, dijo el Renault, me entregaron a una señora que parece me gano en la rifa, en fin, yo fui con la señora, cerré mi entendimiento y no supe de mí,  treinta y ocho años después siguieron hablando de mí, hoy he sufrido multitud de estrellones, me he fundido varias veces, estoy  viejo y descolorido, estoy muriendo en el olvido, en el recuerdo de esos jóvenes, en mi lecho de muerte, próximo a chatarrizarme y poner fin a mi existencia, yo los perdono de todo corazón y espero  no tengan más diferencia por mí, que yo desde el cielo de los “Renoles” 4   estaré orando por todos ustedes”.



Cementerio de Renault 4

A todos mis amigos del alma, gracias por haberme regalado tantos y tantos recuerdos, por haberme regalado su sabiduría, sus enseñanzas, su paciencia y su impaciencia, sus largas horas con las cuales perfeccionamos una hermosísima amistad que perdurara por siempre.

jairvalenciagaspar@yahoo.es
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